¿Cuál fue el primer yoga?

¿Dónde se encuentra el origen del primer yoga?

Los Vedas “libros de Sabiduría revelada” son los primeros textos literarios de carácter espiritual conocidos de la India, difundidos por transmisión oral, siendo el Ṛgveda (Rigveda) el más antiguo de los cuatro Vedas.

La primera evidencia indirecta de la existencia de la tradición del yoga, y de los yoguis ascetas, según Karel Wernel, se encuentra en el Ṛgveda (10.136) en el “Himno al keśin”, del 1.000 a.e.c aproximadamente, dedicado a la figura del keśin.

La figura del keśin representa a personajes errantes medio desnudos, con largos y enmarañados cabellos, cubiertos con polvo amarillo de la tierra india, o tal vez con pasta de sándalo, que disponían de poderes extraordinarios o siddhis (perfecciones o logros), desarrollados como fruto de las prácticas continuas de la concentración, la meditación y máxima abstracción, que les llevaba a la experiencia mística, como se entiende en la tradición índica, tal vez fueron los primeros yoguis, que anhelaban la conexión con La Divinidad.

El arqueólogo John Marchall  descubrió en Mohenjo-Daro (Pakistán) un sello con una figura antropomorfa de un varón con cuernos, en una posición sentada con las piernas cruzadas, datado en torno al siglo XVII a.e.c., de la cultura del valle del Indo.

Se trata, según la hipótesis de J. Marshall, de la divinidad masculina llamada Pashupati, (con este nombre se bautizó al sello), el Señor de las bestias, ya que estaba acompañado por varios animales, un epíteto de la divinidad hinduista Rudra, posteriormente Shiva.

El Rigveda, en el “Himno al keśin”, alaba la figura de los yoguis, refiriéndose a ellos como Kesin, describiéndolos de la forma (abreviada) siguiente:

“Llevando dentro de uno mismo fuego y veneno, cielo y tierra, que van desde el entusiasmo y la creatividad hasta la depresión y la agonía, desde las alturas de la bienaventuranza espiritual hasta la pesadez del trabajo terrenal. Esto es cierto para el hombre en general y el [védico] Keśin en particular, pero este último ha dominado y transformado estas fuerzas contrarias y es una encarnación visible de la espiritualidad consumada. Se dice que es la luz y la iluminación misma. El Keśin no lleva una vida normal de convención. Su cabello y barba crecen más, pasa largos períodos de tiempo en absorción, y meditando, y por eso se le llama «sabio» (muni). Llevan ropas hechas con trapos amarillos ondeando al viento, o quizás más probablemente, van desnudos, vestidos sólo con el polvo amarillo de la tierra india. Pero sus personalidades no están ligadas a la tierra, porque siguen el camino del viento misterioso cuando los dioses entran en ellos. Es alguien perdido en sus pensamientos: está a kilómetros de distancia.”

Karel Werner (1977), «Yoga y el Ṛg Veda: una interpretación del himno Keśin» Yogi – https://es.qaz.wiki/wiki/Yogi”

Puede que estos seres  fueran muy puros, y que a través de la sravana, la escucha interna, espontáneamente y de forma natural, reconocieran el sonido de la  respiración y que concentrándose en ese sonido (So -Ham), surgiera el ajapa -japa, la repetición sin esfuerzo que viene del corazón,  que ese Yogui, bendecido por la Gracia Divina,  convirtiera esa repetición en una  práctica continuada, instalándose así,  una consciencia constante del sonido interno, que casi como si de un juego se tratase, iría adaptando la longitud de la inhalación Soooooooo…, de la exhalación Haaaaammmm y de las retenciones.

Si como piensa el indólogo, Georg Feuerstein, en este Himno al keśin, “vāta el viento”, es una metáfora del aire vital (vāyu), que practicaba alguna forma de control sobre la respiración, dado que el poema habla del viento o aires vitales:

Los munis, vestidos de viento, llevan puesto polvo amarillento;

siguiendo el impulso del viento van con los dioses.

Embriagados por nuestro silencio, ascendemos con el viento…”

A estos yoguis ascetas, los denomina muni (sabio que está en silencio) y puede que también en soledad y, dice:

“Los munis, vestidos de viento, (o aire vital Vâyu): seguramente ese aire vital, estaría potenciado por prácticas sobre el control de los prâna y de la respiración, que inicialmente podría reducirse a la observación del sonido en la inspiración, el silencio de la retención en lleno, el sonido de la espiración y el silencio de la suspensión en vacío. El proceso del juego de alargar (dirga) cada fase, siendo conscientes también, del silencio que se produce con Kumbhaka prânayama.”

Continúa diciendo:

“Embriagados por nuestro silencio (el silencio de Kumbhaka prânayama y, el producido por el aquietamiento mental que se instala en el proceso) ascendemos con el viento (es decir, hay una elevación de consciencia producida por la entrega(vairagya), en todo el proceso, y la atención (abhyasa), sobre la respiración y el propio prânâyâma, natural que se produce).”

Finalmente, dice: 

“Vāyu ha batido y ha molido algo “muy curvado/ torcido (kunam), (acorde a Georg Feuerstein haría referencia a batir la energía enrollada de kundalini, que descansa en la base de la columna, para que despierte).”

Daría a entender que kundalini ha sido batida y activada, por tanto, en este keśin, kundalini está despierta, y de la copa, el keśin ha bebido el veneno (ingesta de plantas o bebida tóxica que puede elevarlo al éxtasis místico) junto a Rudra / Shiva (la divinidad a la que entrega toda su devoción), considerado que se le suele representar iconográficamente como un asceta semidesnudo, con largos cabellos, relacionado con las plantas y su poder curativo, e identificado como el yoguin primordial.

En resumen, respondiendo a la pregunta inicial ¿cuál fue el primer yoga?, por todo lo expresado anteriormente podríamos decir que este hombre, un yogui, asceta, o chaman, renunciante a una vida social, que practica el silencio, medita, se concentra  y se unifica con su respiración, entregado a la devoción de su Ishta Devata (divinidad a la que se entrega con devoción) y por su Gracia, realiza Yoga, practicando la devoción, la interiorización, la concentración, la meditación, la repetición del mantra, la práctica de prânâyâma, la práctica del silencio (mouna), sentado en âsana (postura de meditación) como está representada en el sello de Pashupati.

¡Om Namah Sivaya!

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